Definición de Integración Social
Licenciada en Psicología
La integración social es posibilitar el acceso o la participación de todas las personas a una determinada cosa o hecho, comprendiendo acciones que tienen por objetivo combatir cualquier forma de restricción o exclusión y conforme la dinámica del marco jurídico.
La integración social es un concepto que ha evolucionado significativamente a lo largo de la historia, adaptándose a las cambiantes dinámicas sociales, económicas y culturales. Para comprenderlo plenamente, es esencial explorar cómo se ha interpretado y significado en diferentes épocas, desde la Modernidad hasta la sociedad posglobalizada. En este artículo, exploraremos cómo la integración social ha evolucionado y se ha enfrentado a nuevos desafíos a lo largo del tiempo.
Transformación histórica: el trabajo como factor esencial de solidaridad
En la Modernidad, la integración social se basó en gran medida en el concepto del trabajo y el salario. El trabajo era visto como el medio principal a través del cual las personas contribuían a la sociedad y establecían conexiones con otros miembros de la comunidad. La noción era que todos tenían un papel que desempeñar en la sociedad a través de su trabajo, y esta contribución laboral se consideraba esencial para la integración social. Las ocupaciones y profesiones se convirtieron en una parte integral de las identidades sociales de las personas. Lo que uno hacía para ganarse la vida no solo representaba su forma de subsistencia, sino que también definía en gran medida quiénes eran en la sociedad. Esta conexión entre trabajo e identidad social fortaleció el sentido de pertenencia a grupos profesionales y ocupacionales.
Aunque la integración social basada en el trabajo no eliminó completamente las desigualdades sociales, buscaba reducir estas disparidades al garantizar derechos laborales básicos y una distribución más equitativa de los beneficios económicos y sociales.
En resumen, durante la Modernidad, la idea de integración social se centraba en gran medida en el trabajo como un medio para fomentar la solidaridad y la cohesión social. El trabajo no solo era una fuente de ingresos, sino también un elemento esencial en la identidad social y un medio para reducir las desigualdades. Los movimientos sociales jugaron un papel crucial en la promoción de esta concepción de integración social. Sin embargo, es importante destacar que esta perspectiva de la integración social ha evolucionado a lo largo del tiempo y ha sido objeto de cambios significativos en el contexto contemporáneo.
La importancia de las instituciones como constructores de identidad
Además del trabajo, la integración social moderna se apoyaba en instituciones que promovían la identidad y la comunidad. La educación, en particular, se consideraba crucial para crear una sociedad subjetivamente fraterna a través de la adhesión a principios comunes. La escuela representaba un enfoque de «individualismo institucional», donde los individuos se convertían en sujetos autónomos que compartían valores universales.
Sin embargo, en la sociedad posglobalizada, las instituciones han experimentado una crisis. Los docentes, magistrados y trabajadores de la salud hablan de la declinación de la fuerza simbólica de las instituciones. Ahora se enfatiza la singularidad de cada individuo, y se espera que las instituciones se adapten a esta diversidad. El individualismo institucional ha evolucionado hacia una valorización de las subjetividades individuales. Esta transformación se ha reflejado en la educación, donde se ha pasado de un enfoque homogeneizador a uno que valora y respeta la diversidad cultural y las diferentes trayectorias de aprendizaje de los estudiantes. Las instituciones ya no imponen una única identidad, sino que fomentan la autoexpresión y la valoración de las identidades individuales.
La nación y la desnacionalización
La idea de sociedad como nación también fue un componente crucial en la integración social moderna. La sociedad nacional se construyó a través de elementos como la cultura nacional, la economía nacional y la soberanía política centralizada. Sin embargo, en la sociedad posglobalizada, la relación entre sociedad y nación ha cambiado.
La superposición total de la sociedad y la nación ya no es la norma, y la creencia en la sociedad nacional se ha debilitado. Las regulaciones europeas y el Banco Central Europeo, por ejemplo, se perciben a menudo como una pérdida de soberanía nacional. Para algunos, la nación ya no ofrece la protección que solía proporcionar, y las sociedades se vuelven cada vez más pluriculturales.
Este proceso de desnacionalización ha llevado a una reevaluación de las identidades colectivas. La globalización y la interconexión han hecho que las personas se identifiquen no solo con su nación de origen, sino también con identidades transnacionales basadas en intereses comunes, como la pertenencia a comunidades en línea o movimientos sociales globales.
La integración social en un mundo globalizado
En un contexto más amplio, en la sociedad posglobalizada, la migración internacional y los movimientos globales de personas han surgido como fuerzas transformadoras que rediseñan la integración social. Estos fenómenos demográficos masivos plantean cuestiones fundamentales sobre cómo las comunidades abordan la inclusión y la solidaridad en un mundo caracterizado por la diversidad cultural y experiencias de vida variadas.
La forma en que las sociedades gestionan la integración de poblaciones migrantes y refugiadas se ha convertido en un factor clave en la configuración de una cohesión social que respeta la singularidad de cada individuo, al mismo tiempo que busca construir un sentido compartido de pertenencia en un mundo globalizado.
Art. actualizado: Oct. 2023; sobre el original de junio, 2015.
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