Definición de Autocontrol

Agustina Repetto
Licenciada en Psicología

El autocontrol es la capacidad de regular y ejercer dominio sobre nuestras conductas, pensamientos y emociones, en cuanto habilidad que comienza a desarrollarse desde el momento mismo en que nacemos por influencia de nuestro medio social y cultural, a través de las diferentes instituciones encargadas de nuestra socialización, como la familia y la escuela. Al ser una habilidad relacionada con las funciones ejecutivas, encuentra, al igual que éstas, su período más grande de desarrollo entre los seis y ocho años.

De acuerdo a numerosos investigadores, el autocontrol es el esfuerzo consciente de sobreponerse a impulsos no deseados y a la cancelación de conductas prepotentes; haciendo especial hincapié en la dimensión conductual. Lo entienden como un mecanismo que forma parte de uno mayor, el de la autorregulación, encargado éste último de regular también las esferas emocionales y cognitivas. Para ellos, el autocontrol sería un mecanismo, dentro del de autorregulación, encargado de regular el propio comportamiento en función del logro de los objetivos personales.

En este marco, a medida que crecemos ejercemos un mayor dominio sobre diferentes aspectos de nuestro ser. Aprendemos a controlar los esfínteres y los movimientos de nuestro cuerpo, a satisfacer nuestras necesidades de maneras culturalmente aceptadas –cuando tenemos sed no nos arrojamos cual ave a tomar agua de un charquito-, aprendemos a comer y a dormir a horas determinadas, a posponer gratificaciones inmediatas para alcanzar metas y cumplir objetivos que eventualmente nos traerán una mayor recompensa en el largo plazo, interiorizamos pautas sociales y muchas veces hacemos cosas que no tenemos ganas de hacer, pero las hacemos igual por deber. Todas estas cuestiones forman parte de vivir en sociedad y se van adquiriendo durante los procesos de socialización.

¿Es “deseable” el autocontrol?

La respuesta es: depende. Si bien es deseable y saludable el desarrollo de la habilidad de autocontrol porque que es necesaria tanto para nuestro funcionamiento en la sociedad -controlando los impulsos agresivos, por ejemplo- como para lograr nuestras metas y objetivos personales; un exceso de autocontrol puede generar dificultades para adaptarnos a los cambios, producir malestar emocional y llevarnos a la inhibición de variadas dimensiones vitales, promoviendo la rigidez de nuestros pensamientos y el establecimiento de patrones conductuales poco flexibles. Esto último suele ocurrir, por ejemplo, en personalidades perfeccionistas o sobreadaptadas.

De más está decir que vivimos en una sociedad que premia el éxito y la adaptación a pautas y estereotipos culturales que incluso, a veces, pueden parecernos inverosímiles – ¡No llores que es de nena!, le dice el padre a su hijo varón-. El control excesivo de las propias emociones, como en el caso ejemplificado la inhibición del impulso de llorar, en función de un estereotipo de género, puede conllevar a una posterior dificultad para expresar las emociones y a una consecuente invalidación de las mismas, lo cual puede repercutir de manera negativa en la autoestima, en la gestión inteligente de las emociones y en las relaciones interpersonales.

Por otro lado, la falta de autocontrol nos puede llevar al ejercicio de conductas antisociales, compulsivas y adictivas, a pensamientos automáticos negativos y fallas en la regulación emocional. Hay investigaciones que señalan la importancia del autocontrol en la ejecución de respuestas positivas y en la reducción de comportamientos que podrían resultar contraproducentes para el individuo, tanto a nivel personal como social. De hecho, estos estudios muestran que una capacidad de autocontrol adecuada se relaciona positivamente con un buen rendimiento académico, y al mismo tiempo con una disminución de las conductas agresivas, reducción de los comportamientos delictivos, menor prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria y un menor consumo problemático de sustancias.

¿Por qué algunas personas se controlan más o menos que otras?

Hay investigaciones que correlacionan la variable ansiedad -como rasgo de la personalidad, es decir como la tendencia estable de percibir las situaciones como amenazantes- y la variable de autocontrol, en las que en sus resultados se concluye que un mayor nivel de ansiedad rasgo se relaciona con una menor percepción de autocontrol. También se encuentran investigaciones en las que se correlaciona la falta del control de los impulsos con trastornos de la personalidad, como el trastorno antisocial y el trastorno límite de la personalidad.

Por otro lado, hay investigaciones que señalan que una baja percepción de autocontrol se corresponde con estilos personales, sin que estos constituyan trastornos, en los que las personas:

– Perciben estímulos amenazantes más fácilmente que otras
– Tienen una mayor sensibilidad del sistema de alerta
– Tienen menos tolerancia a la incertidumbre
– Presentan una baja tolerancia a la frustración
– Tienen miedo a la pérdida de control
– Poseen un estilo cognitivo rígido

 
Por: Agustina Repetto. Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Actualmente, estudiante del Posgrado en Sexualidad Humana: sexología clínica y educacional con base en Perspectiva de Género y Derechos Humanos.

Art. actualizado: Oct. 2022; sobre el original de junio, 2010.
Datos para citar en modelo APA: Repetto, A. (Oct. 2022). Definición de Autocontrol. Significado.com. Desde https://significado.com/autocontrol/
 

Referencias

Del Valle, M., Galli, J. I., Urquijo, S. & Canet Juric, L. (2019). Adaptación al español de la Escala de Autocontrol y de la Escala de Autocontrol-Abreviada y evidencias de validez en población universitaria. Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, 11(2), 52-64

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