Definición de Ecosistema

David Alercia
Licenciado en Biología

Se puede definir un ecosistema como el conjunto de seres vivos (o elementos bióticos) y elementos no vivos (elementos abióticos) que interactúan entre sí en un lugar determinado. Los seres vivos son los animales, las plantas, los hongos y los microorganismos que habitan en el ecosistema. Los elementos no vivos son el agua, el aire, el suelo, la luz y el clima que influyen en el desarrollo de los seres vivos.

Los seres vivos no viven aislados, de hecho, ninguno sobreviviría solo: dependen para su subsistencia, como ocurre con el ser humano, de la existencia de una serie de recursos naturales (como el agua) y de la existencia de otras especies (por ejemplo, los carnívoros dependen de los herbívoros, y estos dependen de las plantas).

La red de la vida

Podríamos pensar en los ecosistemas como colecciones de elementos bióticos (seres vivos) y abióticos (elementos inertes) en un lugar y un tiempo determinados; pero lo que realmente determina la identidad de un ecosistema, y hace que muchas veces, sean únicos, es la red de relaciones que se establece entre todos los elementos que coexisten.

En esta red, cada uno de los elementos bióticos y abióticos son como los nudos de una red de pesca. De ellos surgen hilos que los unen con otros puntos. Un mismo nudo puede estar, y frecuentemente lo está, unido con muchos otros nudos.

Algunas de estas relaciones son evidentes, como la que existe entre el carnívoro y su presa, o la que se establece entre la lluvia y las plantas. Pero otras son insospechadas, como las plantas con “pelos” que atrapan el agua de la niebla y “riegan” a sus vecinas. Estas plantas que “cosechan agua” aumentan la capacidad de los desiertos de abastecerse de agua. La tecnología atrapanieblas, que ayuda a las comunidades de zonas hiperáridas a conseguir agua, se basa en esta observación del funcionamiento de los ecosistemas desérticos.

Propiedades emergentes de los ecosistemas

Está particular fisionomía de red de los ecosistemas, les da propiedades emergentes, que son propiedades que no están dadas por los componentes individuales sino por la forma de la red, la manera en que estos componentes se relacionan entre sí y funcionan juntos.

Es posible que esta red varíe entre los distintos lugares, aún con los mismos elementos.

Por este motivo, cada ecosistema es único y funcionalmente diferente al resto; sí bien pueden ser externamente muy parecidos, sea porque se encuentran en la misma zona climática o forman parte del mismo bioma.

Las decisiones que afectan a ecosistemas enteros no se pueden tomar desde el conocimiento teórico (que ciertamente ayuda a entenderlos) sino desde el conocimiento local: es necesario investigar cómo funciona y cómo es la red de ese ecosistema en particular.

Interacciones en el ecosistema

Las interacciones entre especies son las relaciones que se establecen entre los organismos que viven en un mismo lugar y forman parte del mismo ecosistema.

Pueden ser de diferentes tipos, según el efecto que tengan sobre los organismos involucrados.

Algunas interacciones son beneficiosas para ambos, como en el mutualismo, en otras solo se beneficia una de las especies, aunque sin perjudicar a la otra, como en el comensalismo. Si la otra especie resulta perjudicada, la relación es de parasitismo y si la otra especie muere durante la interacción (porque es comida) la relación es de predación.

Las relaciones de predación o relaciones tróficas se representan mediante redes tróficas, y constituyen la base de la circulación de materia y energía en los ecosistemas.

También se establecen en los ecosistemas relaciones competitivas, en la que dos o más especies se disputan el uso de un recurso. La competencia, al igual que las relaciones mutualistas pueden ser tan importantes como las relaciones tróficas en la dinámica de los ecosistemas.

Tipos de ecosistemas

Los ecosistemas pueden ser de diferentes tipos según el lugar donde se encuentren y las características que tengan. Por ejemplo, hay ecosistemas terrestres, como los bosques, las praderas o los desiertos; ecosistemas acuáticos, como los ríos, los lagos o los océanos; y ecosistemas mixtos, como los humedales o los manglares.

Dondequiera que viva un ser vivo, por minúsculo que sea, habrá otros con los que comparte su existencia y, por ende, habrá un ecosistema. Ninguna especie, viva o extinta, vive sola: siempre es parte de un ecosistema.

Los ecosistemas se extienden hasta donde se extienden las especies que forman la red. Sus límites por lo general obedecen a cuestiones climáticas o particularidades de la geología de la zona. En el momento en que una de las especies de la red es sustituida por otra, esa red cambia y el ecosistema también.

El límite entre dos ecosistemas es difuso, y el reemplazo de una especie por otra forma un continuo. No es posible poner un cartel marcando el límite exacto entre el ecosistema A y el B. Tal límite es dinámico, puede correrse entre las estaciones, incluso entre las horas del día y se denomina ecotono. Ese continuo de ecosistemas parecidos forma un bioma.

Funcionamiento de los ecosistemas

El funcionamiento de los ecosistemas está dado por su tipología de red. Al igual que los límites de un ecosistema, estas relaciones son dinámicas y no es raro que tengan cambios estacionales; con lo que la funcionalidad de los ecosistemas varía ligeramente entre las estaciones.

Esta variabilidad natural de los ecosistemas es cíclica, es decir, el ecosistema oscila entre sus estados, pero ninguno de ellos es permanente. Por ejemplo, los ecosistemas del ártico son praderas llenas de flores y animales durante los meses de verano para volverse desiertos fríos y cubiertos de nieve en el invierno.

Estos cambios estacionales y naturales contrastan con los cambios originados por la acción humana. Llega un punto en que el cambio que sufre el ecosistema es tanto, que no es capaz de absorberlo y revertirlo y ese ecosistema ya no volverá a su estado antiguo porque se ha sobrepasado el umbral de resiliencia.

Estos cambios profundos y permanentes pueden ocurrir por pérdida masiva de la biodiversidad, como por deforestación, incendios o por modificaciones en el uso del suelo, que conlleva cambios en los elementos abióticos del ecosistema, como el desvío o el embalsamiento de ríos.

Si los ecosistemas no sobrepasan ese umbral de cambio permanente y se mantienen lejos de él, manteniendo su estructura original, sin sufrir grandes disturbios, se habla de ecosistemas saludables.

Los ecosistemas saludables tienen una gran importancia, dado que son los sistemas ecológicos que soportan la vida de todos los seres vivos. Ningún ser vivo puede sobrevivir fuera de un ecosistema, salvo que se le provean todas sus necesidades como a nuestras mascotas.

La humanidad ha sido capaz de “crear” sus propios ecosistemas, donde satisface sus necesidades, pero para la mayoría del resto de las especies de organismos, eso no es posible; y su existencia está ligada a la existencia de un ecosistema particular. Aun así, los ecosistemas saludables proveen a la humanidad de recursos naturales y servicios ecosistémicos sin los cuales la vida no sería posible.

 
 
 
 
Por: David Alercia. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional de Córdoba, especializado en gestión ambiental, y trabaja en turismo científico.

Art. actualizado: Junio 2023; sobre el original de noviembre, 2008.
Datos para citar en modelo APA: Alercia, D. (Junio 2023). Definición de Ecosistema. Significado.com. Desde https://significado.com/ecosistema/
 

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