¿Qué fue la batalla de Covadonga y cómo se la define?

Alsina Gonzàlez
Periodista esp. e investigador

Magnificada por los nacionalistas españoles que la consideran erróneamente como el principio de la reconquista, puesto que ni es seguro que tuviera lugar más que una escaramuza fronteriza, ni fue el momento cumbre en el que se cambian las tornas (que sí fue la batalla de Poitiers en 732) la batalla de Covadonga (librada posiblemente en algún momento entre el 718 y el 722) fue una victoria de las tribus astures aliadas con los restos visigodos que habían gobernado la península antes de la llegada de los musulmanes, liderados por un caudillo que también pasaría a formar parte de la mitología nacional española: Don Pelayo.

Este hecho puede ser también visto como los últimos estertores de la Hispania romana, ya que los astures, romanizados, resistieron con varias algaradas y levantamientos al dominio visigodo, e incluso -y por el origen celta de esta tribu- puede ser visto como el último destello de la Hispania prerromana, aunque en una interpretación muy forzada de la realidad social de la península en la época.

El Reino de Asturias, que nacería en 718, sería el primero de los reinos medievales que acabarían conformando el mapa político que acabaría desembocando en la formación de España, Portugal y Andorra.

Son más las dudas que las certezas históricas sobre la supuesta batalla que, avivada con posterioridad por un bando cristiano necesitado de proezas para animar a sus guerreros y ciudadanos, en una época en la cual la herencia del reino visigodo de la península empezaba a vertebrarse políticamente para resistir al avance musulmán por la península y por Europa.

Algunos historiadores se agarran a la falta de documentos contemporáneos sobre la batalla para afirmar que posiblemente esta no existió nunca, ni siquiera como escaramuza, y que fue un invento posterior, en algún momento alrededor del año 900, para justificar a los monarcas cristianos de entonces como herederos de tal victoria y, por lo tanto, legítimos poseedores de la corona como representantes de aquellos que ganaron dicha batalla unidos contra el enemigo común.

Precedentes

El avance de las tropas musulmanas a través de la península ibérica tras su desembarco cerca de Gibraltar en 711 fue rápido, ya que contaron con la aquiescencia tanto de algunos nobles visigodos enfrentados con sus propios mandatarios, como de parte de la población hispanorromana que sentía a los visigodos como invasores (y, lo cierto, es que este pueblo de origen germánico nunca se integró en general con la población autóctona preexistente).

Esta rapidez hizo que amplias zonas de territorio quedaran nominalmente bajo dominio musulmán, aunque a la práctica eran gobernadas por caudillos locales que juraban lealtad a los nuevos dominadores, o bien directamente hacían su vida sin dar mayor importancia a lo que pasaba fuera de sus dominios, también contando con que las nuevas autoridades musulmanas no harían nada de forma inmediata para subyugarlos, debido a la fragilidad de su propia situación.

Es en dicho contexto que los astures, subyugados desde el siglo VI d.C. por los visigodos, y aunque socialmente diluidos, todavía vertebrados como pueblo diferenciado que había protagonizado distintas revueltas contra los dominadores de origen germánico, eligen a Pelayo como caudillo, quien posteriormente daría lugar a la primera dinastía de reyes astur-leoneses.

Pese a que los nobles astures habían entregado rehenes a los musulmanes, y de que estos disponían de alguna guarnición sobre el terreno (como en Gijón), la resistencia a la nueva clase dominante se acabó organizando en la zona montañosa del norte, dirigida por Pelayo. Las fuerzas que comandaba iniciaron una política de hostigamiento contra los musulmanes, consistente en pequeñas acciones contra destacamentos, tanto fijos como de paso, una guerra de guerrillas en la que posteriormente los cristianos astures volvían a sus bases en las zonas montañosas.

Poco a poco, las tropas y autoridades musulmanas fueron siendo expulsadas del área geográfica noroccidental de la península, por lo que el valí (gobernador) decide realizar una razia contra las fuerzas rebeldes.

Como antes he dicho que la fecha de la batalla no es segura, este personaje que actuaba como gobernador musulmán del noroeste de la península podría ser Otman ben Neza, conocido por Munuza, o bien su sucesor en el cargo, Anbasa ibn Suhaym al-Kalbi (Anbasa).

La ‘batalla’

Por falta de fuentes contemporáneas se desconocen muchos detalles de la incursión musulmana y su posterior derrota y, por ello, lo narrado aquí consiste en las tesis más aceptadas por la historiografía actual.

Con el avance de una fuerza musulmana que podría haber sido de varios miles de soldados, los astures liderados por Pelayo se refugiaron en las inmediaciones de la actual localidad de Covadonga, en una área de valle flanqueada por montañas cerca de los Picos de Europa, en el norte peninsular.

Esta área era fácilmente defendible teniendo en cuenta que los defensores habían tomado posiciones y podían observar cómodamente los movimientos del enemigo.

Algunas crónicas aluden a que Pelayo habría escondido una parte de los 300 guerreros con los que podría haber contado, y que estarían en inferioridad numérica ante una parte de las fuerzas musulmanas atacantes, que actualmente se estiman entre 800 y 1.400 efectivos. Los musulmanes mandaron una embajada para parlamentar con Pelayo, pero esta no llegó a ningún acuerdo.

Tras esto, las tropas musulmanas entraron en el valle, siendo sorprendidos por el lanzamiento de flechas y proyectiles desde las posiciones superiores ocupadas por los astures, que de esta forma diezmaron a los atacantes, infligiéndoles no solamente bajas, sino también provocando el pánico entre sus filas.

A la desbandada que habría seguido a este primer ataque, las fuerzas ocultas de Pelayo (según la leyenda, esperaban en una gran cueva próxima), muy probablemente caballería, habrían atacando las descompuestas filas musulmanas, ‘barriendo’ a su paso los grupos que todavía podían plantear cierta resistencia.

Consecuencias

Todas las crónicas de los sucesos son posteriores a la batalla, y mientras las fuentes cristianas magnifican la batalla (citando incluso un enfrentamiento entre los 300 de Pelayo y más de 100.000 musulmanes), las musulmanas disminuyen su importancia, reduciéndola a una simple escaramuza.

Probablemente un término medio sea el adecuado: la batalla no fue de gran tamaño, ni decisiva, pero dificultó el avance en la zona a los musulmanes, además de fortalecer el caudillaje de Pelayo que, en poco tiempo, aseguraría también la independencia del Reino de Asturias.

Por el este de la península, los musulmanes continuaron avanzando hacia el norte, hasta llegar a la actual Tours, a 200 km de París, lugar donde el 10 de octubre del 732 serían derrotados y puestos en fuga, pasando a estabilizar el frente que dividía el Islam y la Cristiandad en la zona norte de la península ibérica.

Con dicha batalla de Poitiers, sí daría comienzo la reconquista que culminaría en 1492 con la reconquista del Reino de Granada.

 
 
 
Por: Alsina Gonzàlez. Estudios en ingeniería informática en la Universitat de Girona, experiencia en numerosos medios tradicionales y digitales de tecnología, e investigador en temas de historia sobre el eje de la Segunda Guerra Mundial.

Trabajo publicado en: Ago., 2022.
Datos para citar en modelo APA: Gonzàlez, G. A. (agosto, 2022). Definición de Batalla de Covadonga. Significado.com. Desde https://significado.com/batalla-covadonga/
 

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