Qué es Temporalidad

Lilén Gomez
Profesora en Filosofía

1. El término temporalidad es la referencia aplicada respecto de algo que es o será provisional, es decir, que determinada situación o condición se produce en un intervalo de tiempo limitado cuyo final es cierto.

2. Relativo a aquello que forma parte del mundo material, es decir, todas las cosas mundanas/seculares que no tienen asociación con lo divino.

3. Filosofía. Comprensión personal de las experiencias vividas por un individuo a lo largo de su historia que le permiten tener consciencia de su pasado y futuro como causa/consecuencia de su presente, el único verdaderamente real.

Etimología: Por las formas del latín temporalĭtas, temporalĭtātis, respecto del adjetivo temporālis, de ‘temporal’, sobre tempus, tempŏris, de ‘tiempo’; y el sufijo -dad, sobre -tas, -ātis, a razón de la sustantivación sobre el adjetivo.

Cat. gramatical: Sustantivo fem.
En sílabas: tem-po-ra-li-dad.

Temporalidad

El término temporalidad hace referencia a la noción del tiempo, a saber, a la pertenencia a una secuencia ordenada de eventos. La cuestión del tiempo constituye un problema filosófico por excelencia, el cual ha sido objeto de indagación desde épocas muy remotas, llegando hasta nuestros días.

El origen del concepto del tiempo en Occidente

En el origen de la noción filosófica occidental de la temporalidad, se halla la polémica entre las ideas de dos grandes filósofos presocráticos del siglo V a. C., por un lado, Parménides de Elea, y, por el otro, Heráclito de Éfeso. Parménides —cuya herencia retomará, luego, Platón— sostiene que las esencias son inmutables: el universo no fue engendrado, sino que es eterno, y no hay nada que interrumpa su continuidad. Esto se explica, puesto que solamente es posible el ser, mientras que la nada no es; por lo tanto, no puede haber algo anterior al ser, que lo haya engendrado. Si hubiera algo fuera del ser, no sería.

Por el contrario, Heráclito describe lo real como el cambio constante de las cosas. El devenir es, para el filósofo, lo único que puede ser invariable, en tanto todo se halla en permanente transformación. El tiempo, en este sentido, se expresa como un movimiento que implica el paso indefinido de un estado a otro. Así, la concepción heraclítea del tiempo supone que aquel es eterno y ha existido desde siempre, y se identifica con el devenir mismo de las cosas.

Más tarde, Aristóteles, en el siglo IV a. C., siguiendo la tradición parmenídea-platónica, sostiene que hay una dimensión del universo que es eterna, pero en la cual no todo es inmóvil. El ser puede darse de dos maneras: en potencia y en acto. El pasaje de la potencia al acto supone un movimiento. Aristóteles, entonces, explica la noción del tiempo como una medida del movimiento, por la que podemos concebir un antes y un después. Todo aquello que es susceptible de generación y destrucción ocurre, necesariamente, contenido en el tiempo.

Existen, así, dos esferas de existencia: por un lado, una corpórea, mundana, que es mutable; y otra eterna, intemporal, que permanece inmutable. La temporalidad, entonces, estaría circunscripta al plano de lo corpóreo. Pero, como condición de posibilidad de nuestro mundo (tal como lo conocemos), debe haber una eternidad no temporal que dio origen al tiempo y, junto con él, al universo de la existencia corporal y espacial.

El tiempo como categoría subjetiva

Ya entrada la modernidad, Immanuel Kant (1724-1804) propone una concepción de la naturaleza como un conjunto de fenómenos que se nos presentan de acuerdo con nuestras propias estructuras subjetivas y no tal como son en sí mismas. En la experiencia, las cosas se dan a la percepción a través de las formas puras de la sensibilidad, a saber, el tiempo y el espacio.

En este sentido, el tiempo es una estructura a priori (independiente de la experiencia), constitutiva de la subjetividad trascendental y, por lo tanto, una condición de posibilidad de la experiencia misma y no un concepto empírico extraído de aquella. Se trata, entonces, del modo en que nuestro entendimiento organiza los datos provenientes de la sensibilidad, en el acto de conocer el mundo.

Nietzsche y la herencia heraclítea

La concepción de Friedrich Nietzsche acerca de la temporalidad se inscribe —a diferencia de la herencia occidental hegemónica de cuño platónico-parmenídea— en la línea de pensamiento abierta por Heráclito, aun radicalizando sus tesis. Nietzsche presenta un desplazamiento de la noción del eterno retorno de lo mismo, retomada de la tradición, según el cual el tiempo no avanza en línea recta de manera progresiva, sino que cada instante retorna permanentemente, pero diferido y, por lo tanto, transformado.

La concepción del eterno retorno, de la mano con la idea del amor fati, supone concebir cada instante como si fuera a repetirse eternamente y, en consecuencia, actuar de manera tal que, si ello ocurriera, deseáramos el retorno infinito de cada instante.

 
 
 
Por: Lilén Gomez. Profesora en Filosofía, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Desempeño en el ámbito de la docencia y la investigación, en áreas de la Filosofía Contemporánea.

Art. actualizado: Oct. 2022; sobre el original de noviembre, 2012.
Datos para citar en modelo APA: Gomez, L. (Oct. 2022). Definición de Temporalidad. Significado.com. Desde https://significado.com/temporalidad/
 

Referencias

Reynaud Morales, E. A. (2021). Filosofía y temporalidad: la idea del devenir en la metafísica clásica y el concepto de tiempo en Martin Heidegger. Facultad de Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de México.

Quiroz, S. A. (2019). Consideraciones sobre el tiempo en Heráclito de Éfeso. Historias del Orbis Terrarum, (22), 8-24.

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