Definición de Moral

Lilén Gomez
Profesora en Filosofía

1. Inherente al sentimiento de lo que está correcto e incorrecto.

2. Normas universalmente reconocidas como formas de orientación del comportamiento individual o colectivo en las relaciones sociales. Ejemplo: Robar es moralmente malo.

3. Conjunto de códigos de conducta presentados por un grupo o una sociedad que definen el padrón correcto de comportamiento de un individuo. Ejemplo: casarse siendo virgen (en cuanto la moral religiosa)

4. Cualidad de quien que sigue sus convicciones respecto de lo que es justo y cierto.

5. Capacidad para enseñar valores y conductas correctas a través de un cuento o historia.

Etimología: Por el latín morālis, descrito por el filósofo romano Cicerón en De Fato, como una forma de concebir la ética ἠθικός (ēthikós), reflejando en el latín mōrēs el término griego ἤθη (êthos) en cuanto ‘costumbre’.

Cat. gramatical: Sustantivo fem.
En sílabas: mo-ral.

Moral

Entendemos por Moral al conjunto de las normas que regulan, bajo la forma de reglas y códigos de acción, los comportamientos de los individuos al interior de una sociedad determinada. La moral ha sido objeto de diversos campos del saber, tales como la teología, la filosofía o la sociología.

La moral en la teología

Desde el punto de vista de la teología católica, la fundamentación de las normas morales ha sido objeto de debates eclesiásticos, los cuales han alcanzado una respuesta resolutiva bajo la Encíclica de Juan Pablo II, de acuerdo con la cual la cuestión de la moral no solamente atañe a las normas positivas que deben ser observadas, sino también, de manera global, a la plenitud del obrar cristiano. En este sentido, la moral no debe ser percibida como una imposición que proviene desde el exterior, bajo la forma de un mandato contrapuesto con la libertad del hombre.

Por el contrario, existe un nexo constitutivo entre verdad y libertad, así como entre fe y moral; de manera tal que la moral se plantea como un camino para la realización del hombre. La dimensión teológica de la moral está determinada porque su fundamento último es la colaboración entre el obrar humano y el obrar divino en la realización plena del hombre. El bien moral, entonces, está sometido a la revelación divina. Es por ello que la separación de la moral respecto de su fundamento teológico, al plantearse desde una perspectiva racionalista, es cuestionada, en esta clave, por su insuficiencia espiritual.

La moral racionalista

La perspectiva racionalista, de la cual Immanuel Kant (1724-1804) ha sido uno de sus mayores exponentes, tuvo una influencia decisiva sobre los estudios filosóficos de la moral. En el sistema filosófico kantiano, la razón práctica (cuyo ámbito de operación es la acción), de la cual deriva la filosofía moral, tiene preeminencia por sobre la razón teórica (que opera sobre el ámbito del conocimiento). El uso de la razón práctica no está orientado a conocer, sino a actuar; y, a su vez, la acción humana está determinada por diversos motivos, ya sean sensibles o racionales. La ley moral, para Kant, emana de la razón práctica, y se hace posible a través de la autonomía de la voluntad y la libertad del hombre.

El modo en que dicha ley moral es formulada consiste en lo que el filósofo denomina el imperativo categórico: se trata de una ley práctica que resulta válida incondicionalmente para cualquier ser racional, independientemente de todo condicionamiento subjetivo.

Los imperativos categóricos son equivalentes a leyes morales, universales y necesarias. Luego, la ley moral no está condicionada por el contenido del principio, sino por su forma: solamente es un imperativo categórico aquello que, como máxima subjetiva, es deseable que se convierta en una ley universal (objetiva). En este sentido, la moral no depende de un contenido de verdad de carácter metafísico o teológico, sino estrictamente de su forma racional, la cual es objetiva para cualquier ser racional y, por ello, resulta también universal. En consecuencia, la moral opera como un conjunto de reglas que, por ser universalmente válidas, deben ser asumidas por la voluntad subjetiva como una guía para la acción.

La crítica nietzscheana a la moral de Occidente

La crítica a la moral occidental elaborada por el filósofo Friedrich Nietzsche (1844-1900) en su Genealogía de la moral y a lo largo de su obra en general, ha sentado un precedente muy relevante para la tradición del pensamiento crítico. Nietzsche se refiere a la cultura occidental como una cultura moralmente enferma, como consecuencia de la separación que aquella establece entre la racionalidad y la vida. En este marco, la metafísica y la teología como fundamentos de la moral responden a un mismo esquema, en tanto se fundan en valores de verdad absolutos que, para existir como tales, necesariamente niegan el devenir propio de lo viviente.

La cultura de occidente se halla en decadencia, puesto que está determinada por una moral que niega la vida para afirmar lo enfermo, lo débil: la moral emerge como resultado de relaciones de poder desiguales dentro de la sociedad, como una justificación de la imposición de los débiles, la casta aristocrática, sobre los más fuertes, devenidos esclavos. Luego, el resultado de la moral es una inversión en virtud de la cual se reafirman los espíritus débiles, que buscan sacrificar la vida para conservar su poder.

 
Por: Lilén Gomez. Profesora en Filosofía, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Desempeño en el ámbito de la docencia y la investigación, en áreas de la Filosofía Contemporánea.

Art. actualizado: Mayo 2022; sobre el original de noviembre, 2008.
Datos para citar en modelo APA: Gomez, L. (Mayo 2022). Definición de Moral. Significado.com. Desde https://significado.com/moral/
 

Referencias

Melina, L., Noriega, J., & Pérez-Soba, J. J. (2001). La plenitud del obrar cristiano: dinámica de la acción y perspectiva teológica de la moral. Palabra.

López Hernández, J. (1986). La fundamentación kantiana de la moral. In Anales de filosofía. Murcia: Universidad, Secretariado de Publicaciones.

Vergara Henríquez, F. J. (2011). El "sacerdote asceta" y el sacro-dominio del valor: Nietzsche y la genealogía de la moral. Estudios de Filosofía, (43), 129-148.

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