Definición de Conciencia

Lilén Gomez
Profesora en Filosofía

De manera general, la noción de conciencia hace referencia a la capacidad de reconocer el acto de conocimiento en cuanto éste se produce, ya sea respecto de uno mismo (autoconciencia o sentido interno) o del mundo exterior. Ser consciente de algo implica tener un registro respecto de ello. Por ejemplo, tenemos conciencia de aquello que observamos con atención durante la vigilia; pero no tenemos conciencia de lo que ocurre mientras estamos durmiendo.

La concepción cartesiana de la conciencia

La cuestión de la conciencia se constituyó, en la modernidad, como un tema de estudio central para la filosofía. El desarrollo de la idea de la conciencia como un espacio de representación separada del mundo constituye uno de los rasgos más característicos de la modernidad filosófica. René Descartes (1596-1650) fue uno de los principales filósofos en teorizar acerca de la conciencia durante este período, describiéndola en sus Meditaciones Metafísicas (1641) a través de una metáfora teatral: la conciencia es, de esta manera, el teatro de nuestras representaciones; puesto que se trata de un espacio interno (lugar del cogito o res cogitans, es decir, la cosa que piensa) en el cual aparecen, bajo la forma de la representación, las cosas del mundo exterior (a saber, la res extensa, es decir, las cosas materiales).

El modo en que Descartes comprende la conciencia se apoya sobre su concepción dualista del mundo, de acuerdo con la cual existe una diferencia radical entre la actividad mental interior, identificada con el “Yo” (ego cogito), y las cosas del mundo externo, sensibles y materiales.

La conciencia como ficción en la obra de Hume

El filósofo empirista David Hume (1711-1776), en su Tratado sobre la naturaleza humana (1739), elaboró una crítica de la concepción racionalista de la conciencia desarrollada por Descartes, la cual resultó central para la historia del pensamiento moderno. Para Hume, todas nuestras ideas se derivan de impresiones que obtenemos a través de la experiencia. En el caso del yo, sin embargo, no tenemos ninguna impresión que se mantenga a lo largo del tiempo y que podamos experimentar a través de la propia introspección. Por lo tanto, se trata de una idea que no proviene de una impresión, sino que consiste en una idea compleja que componemos a través de otras ideas simples. Cada vez que dirigimos la atención hacia nuestro interior, nos encontramos con estados particulares: sentimientos, sensaciones o pensamientos. La idea del yo no se deriva de ninguno de ellos, sino que ella se explica porque atribuimos la cualidad de sustancia al pasaje continuo de un estado a otro a través de la serie de impresiones enlazadas en la experiencia, por medio de distintas leyes de asociación. La conciencia o el yo, en este sentido, resultan una ficción a la cual recurrimos porque es útil para la vida práctica.

La unidad kantiana de la conciencia

Por su parte, Immanuel Kant (1724-1804), recuperando tanto la herencia del racionalismo como la del empirismo, concibió a la conciencia a través de la noción —decisiva en la transición de la modernidad a la época contemporánea— de la apercepción trascendental. Kant, en la Crítica de la Razón Pura (edición de 1787), sostiene que tenemos una conciencia empírica, por la cual percibimos que estamos percibiendo; pero, a la vez, los sujetos requieren de una conciencia trascendental a la cual remitir la multiplicidad de las representaciones que se dan en la intuición. De otra manera, la experiencia resultaría imposible, puesto que nos enfrentaríamos a un constante caos de percepciones. Así, la apercepción trascendental consiste en el polo unitario al cual remitimos todas nuestras percepciones, que es, entonces, condición de posibilidad de la experiencia, para que dicha experiencia sea sintetizada como propia. La apercepción trascendental es el fundamento de la unidad de la conciencia empírica, en tanto se trata de una conciencia más originaria que acompaña a todas nuestras representaciones (es decir, es la conciencia interna de todos nuestros estados mentales), y las remite a la unidad del “yo”.

La idea clásica de la conciencia como unidad ha sido criticada, posteriormente, por autores contemporáneos, de la mano con la crítica a la concepción moderna de la subjetividad. En este sentido, por ejemplo, la actividad mental puede ser considerada múltiple, así como la identidad del yo puede entenderse como variable en el tiempo.

A instancias de la Psicología

Cada campo teórico dentro de la psicología utilizó su propia definición de conciencia, aunque respetando una idea común relativa al conocimiento. En el caso del psicoanálisis, la noción de conciencia que se maneja guarda relación con la de inconsciente. Así, la conciencia sería aquella instancia de conocimiento permitida por la moral del sujeto. Si algún recuerdo entra en conflicto con esta moral, éste queda excluido de la conciencia y pasa a formar parte del sistema inconsciente, que es la reserva de lo reprimido. En este modelo, postulado y depurado por Sigmund Freud, la conciencia no es innata en el ser humano, sino que, al nacer, las personas tiene sólo un intenso componente de pulsiones destinadas a la inmediata satisfacción. La socialización progresiva, iniciada por el contacto con la madre al principio y con la interacción con el resto de las personas en etapas ulteriores, permite la incorporación de pautas éticas, morales, conductuales y culturales que van forjando la personalidad y generando a la propia conciencia. Sin embargo, como citábamos antes, todos aquellos impulsos primitivos que no se expresan mediante el sistema de control ejercido por las experiencias aprendidas no es eliminado, sino que se preserva oculto en el inconciente, para hacerse notar, por ejemplo, en los sueños.

De todos modos, esta vinculación establecida por Freud entre conciencia e inconsciente tuvo (y tiene) numerosos detractores. Por ejemplo, en Estados Unidos, estas teorías no prosperaron, mientras que el análisis de la consciencia continuó por otro camino. Así, se estableció que el sueño no era una privación de la conciencia, tal como establecía el psicoanálisis, sino otro estado de ésta. El descubrimiento de los movimientos oculares rápidos durante ciertas etapas del sueño y su estudio demostró que las ondas reflejadas en el electroencefalograma en estos momentos eran semejantes a los de la vigilia. Así, la eliminación de esta fase del sueño (conocida por la sigla en inglés REM, equivalente a rapid eyes movements) provoca trastornos de la conducta de distinta repercusión.

Otro tratamiento del problema de la conciencia en este siglo lo ofrece Jean Paul Sastre. Si bien sus planteos son pocos tenidos en cuenta en la actualidad, lo cierto es que su concepción de la conciencia también excluía una relación con el inconsciente. En su obra El Ser y la Nada se dedica desestimar al psicoanálisis y desarrollar una interpretación propia del tema. Por otra parte, en el marco de los abordajes cognitivo-conductuales, se especula que la conciencia o al menos muchas de las funciones concientes pueden «reprogramarse» en caso de alteraciones, por lo cual la conciencia tal como la conocemos constituiría en realidad un ente en constante transformación.

En la actualidad los estudios sobre este campo se realizan desde las perspectivas de la psicología, la medicina, la fisiología y las neurociencias en general. Es así como se esperan que muchos misterios del pasado queden develados en el corto plazo. En función de los conocimientos actuales, se hace necesario develar el motivo por el cual la conducta animal ofrece numerosos parámetros de «conciencia» (o su equivalente) desde el mismo momento del nacimiento, mientras que en el caso de los seres humanos la conciencia parece forjarse en forma progresiva a lo largo de la vida, con un mínimo componente innato y una enorme proporción de contenidos obtenidos en el contexto de la familia y la sociedad.

 
 
 
Por: Lilén Gomez. Profesora en Filosofía, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Desempeño en el ámbito de la docencia y la investigación, en áreas de la Filosofía Contemporánea.

Art. actualizado: Marzo 2023; sobre el original de noviembre, 2008.
Datos para citar en modelo APA: Gomez, L. (Marzo 2023). Definición de Conciencia. Significado.com. Desde https://significado.com/conciencia/
 

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